Cómo cosechar y conservar la lavanda Artículo Publicado el 04.08.2015 por Javi
¡Qué decir de la lavanda que no sepáis! Esta planta tan conocida por todos sin embargo siempre conserva algún que otro secreto, como si de una misteriosa dama del jardín se tratara. Ella, en verano, llena nuestros jardines con su profundo aroma. Y además sus posibilidades en el diseño de jardinería la está haciendo cada vez más solicitada por los profesionales. Para aprovechar durante más tiempo sus cualidades culinarias, aromáticas y medicinales hemos de conocer cómo cosechar y conservar la lavanda.
¿Cuándo cosechar la lavanda? Hay muchas variedades de lavanda pero por regla general el mejor momento para su recolección será desde que comienza la floración hasta finales de verano. Es importante recolectar los tallos florales de la lavanda durante las mañanas y siempre que el clima sea seco y soleado.
¿Y en cuanto a la conservación? Podemos hablar de tres métodos de conservación de la lavanda. El primero sería la conservación de la lavanda fresca y se suele hacer para su uso en repostería. Para ello hay que guardar las flores recién cortadas envueltas en papel absorbente húmedo, el típico papel de cocina, en el refrigerador.
La más conocida conservación de la lavanda seca precisa de un corte de los tallos florales a una longitud de 25-30 cm, después se dejan secar al aire libre, en un lugar seco y cálido. También pueden secarse en interior colocándolas en un lugar plano, seco y muy bien ventilado. Una opción más moderna es secarlas en el horno a 75ºC durante 2-3 horas.
Una alternativa más casera es hacer ramilletes pequeños y colgarlos con las flores hacia abajo en un lugar seco y ventilado de la casa. Después podemos conservar estos ramilletes en bolsas de tela fina, muselina por ejemplo, para que no cojan polvo y las flores no se caigan. También podemos guardar sólo las flores secas en bolsas de papel o en botes metálicos y almacenándolas en un lugar seco. Las flores secas podremos usarlas tanto con fines medicinales como culinarios.