Cómo cultivar cidra para uso doméstico Artículo Publicado el 13.09.2014 por Carolina

La cidra o cucurbita ficifolia es un tipo de planta del mismo género que las calabazas, con unas características propias que la hacen única en su especie. De origen incierto, se cultiva en climas templados de la cuenca mediterránea, del continente americano y de oriente, siendo la India, Japón y Filipinas los mayores productores de esta variedad de curcubita en la actualidad.

Al igual que ocurre con los distintos tipos de calabaza, la cidra puede cultivarse en jardines. Eso sí, debemos tener en cuenta que se trata de una planta rastrera, por lo que necesitaremos muchos espacio para que su tallo pueda crecer adecuadamente (llega hasta los cinco metros de altura) y sus ramificaciones (denominadas también zarcillos por recordar a los enganches de los pendientes) pueden extenderse varios metros desde el tallo madre e incluso trepar a los árboles colindantes. Debemos dejar un par de metros cuadrados para cada una de las plantas que sembremos. A pesar de que no son calabazas de gran tamaño, su cultivo en maceta es complicado. Para cultivo en macetas lo mejor es elegir calabazas enanas.

Su reproducción es por semillas pero, dado que su cultivo no está muy extendido y que no es una planta que soporte la hibridación, es complicado encontrarlas. Incluso es muy probable que tengamos que encargarlas.

Antes de sembrar, debemos humedecer las semillas. Esto lo debemos hacer unas 24 horas antes de manipularlas. La mejor época del año para sembrar la cidra es la primavera, esto es desde principios del mes de abril y hasta el arranque del calor. Si disponemos de semilleros podemos adelantar la siembra un mes. Pondremos de tres a cuatro semillas en cada hueco. Trasplantaremos los plantones cuando las matas tengan dos o tres hojas y ya no haya riesgo de heladas en el exterior.

La cidra no es una planta muy exigente con el suelo, aunque requiere humedad, luz constante y protección ante el frío (sobre todo durante el primer año de vida). Para favorecer el desarrollo de sus raíces, podemos cubrir la parte inferior de la planta con arena.

La planta de la cidra no requiere muchos cuidados. Basta con regarla diariamente y quitarle las malas hierbas que crezcan a su alrededor. Para ayudar a sus raíces, además, podemos amontonar tierra formando un cerco a su alrededor.

Debemos retirar también las hojas secas o viejas de la planta para favorecer la entrada de aire y evitar la aparición de enfermedades. La cidra es una especie muy dura que apenas recibe el ataque de virus o plagas, lo que la convierte en una especie ideal de quienes no quieren emplear química en sus cultivos.

A diferencia de otros tipos de calabaza, se aprovecha toda la planta incluyendo las flores y los brotes, que se consumen como si fueran verduras. Por su parte, el fruto –una vez que está maduro- y sus semillas (de color negro), se emplean para elaborar dulces en repostería.

El fruto tiene forma de pera grande, pulpa amarilla y es muy carnoso. Llega a pesar los cinco kilos y suele medir algo más de veinte centímetros. No se puede usar nada más recogerse del huerto sino que debe esperarse un par de semanas antes de consumirlas. Si las conservamos en un lugar seco y ventilado, pueden durarnos un año.