Cómo cultivar la Iresine Artículo Publicado el 10.09.2015 por Javi

La Iresine es una planta ornamental de hoja perenne que se puede cultivar tanto en maceta como en el jardín. Siempre que la temperatura de la zona geográfica donde vives lo permita, pues al ser una planta de origen tropical, Brasil, no tolera temperaturas inferiores a los 15ºC. Pero vale la pena el esfuerzo pues el bonito color rojo de sus hojas es todo un regalo para la vista.

Es una planta herbácea formada por numerosos tallos erectos que pertenece a la familia de las Amarantáceas, muy extendidas por América y Australia. Las dos especies más cultivadas son la Iresine herbstii, de hojas acorazonadas y la Iresine lindenii que presenta hojas alargadas y lanceoladas. Aunque podemos encontrar muchos cultivares de cada especie.

La Iresine florece en verano con unas pequeñas flores blanquiverdosas que no tienen apenas interés. La floración se da solamente en las plantas cultivadas en exterior, nunca en los ejemplares cultivados en interior.

El lugar ideal para su cultivo es aquel en el que reciba una muy buena cantidad de luz pero con el menor sol directo posible. Y también que quede resguardado de las corrientes de aire y de temperaturas inferiores a los 15ºC como habíamos dicho anteriormente.

El suelo que usaremos para su cultivo será una mezcla de sustrato universal, tierra corriente de jardín y arena. Además le añadiremos una generosa cantidad de materia orgánica, humus, compost, estiércol…, y sin olvidar preparar un buen drenaje.

El riego durante el verano debe ser regular y abundante, incluso será bueno pulverizar agua para que mantenga la planta un buen grado de humedad ambiente. En cambio en invierno es recomendable mantener el suelo ligeramente húmedo pero sin excesos. Desde la primavera al verano podemos añadir un poco de fertilizante al agua de riego cada 20 días más o menos.

La Iresine se reproduce normalmente por esqueje, a finales de invierno o en primavera. Para ello se cortan tallos de 10-15 cm de longitud y se colocan en un vaso con agua o en una mezcla de tierra arenosa bien húmeda. A los 20 días aproximadamente habrán enraizado y podrán trasplantarse a una maceta.

Cada dos meses es conveniente realizar una leve poda apical, cortar las puntas de los tallos, para promover la aparición de brotes laterales. Y todos los años hay que cambiar la planta a una maceta unos centímetros mayor para que siga desarrollándose con normalidad.