Fertilizantes naturales para un jardín saludable Artículo Publicado el 21.04.2016 por Javi

Cada vez más jardineros están descubriendo las ventajas de no usar fertilizantes sintéticos en sus terrenos. Cuando se porfía todo a los abonos químicos se entra en una rueda que no puede parar, la tierra sólo tendrá nutrientes si abonamos con estos productos y no podremos cultivar nada sin ellos. Hemos hablado en ocasiones de la importancia de cuidar el suelo para que sea lo más sano posible. Y ésta es la única solución para tener un jardín sano, tener un suelo sano.

Hay muchos productos naturales que pueden sustituir a los abonos químicos pero los más importantes y básicos son los más clásicos. En primer lugar tenemos el estiércol curado, un abono orgánico con una secular tradición de uso. Contiene una altísima tasa de nutrientes que pueden absorber nuestras plantas directamente. Además estaremos contribuyendo a crear una buena estructura del suelo por la materia vegetal que suele llevar el estiércol y las colonias de bacterias y microorganismos que cumplen un papel fundamental a la hora de que las raíces puedan tomar el alimento del suelo.

El humus de lombriz es un material prodigioso que al igual que el estiércol es riquísimo en nutrientes y nos ayuda a crear un suelo rico y sano. El humus de lombriz no es más que las deposiciones de estos anélidos que viven en las tierras sanas y ricas en materia orgánica. Tener lombrices en nuestro jardín es por tanto un magnífico indicador de salud, ellas viven en terrenos sueltos y muy ricos en materia orgánica y libres de productos químicos.

Están surgiendo toda una generación de complementos y aditivos basados en el uso de productos biológicos que pueden ser interesantes cuando se trata de corregir un puntual y específico déficit de nutrientes. Aunque tal vez haya que esperar un poco a ver qué resultados dan y si no producen ningún efecto desagradable.

Por último no puede faltarnos el compost, es otro de los fertilizantes clásicos que resulta imprescindible para crear un suelo bien estructurado. El compost nos ayuda a crear una rica vida microbiana en nuestro suelo y aunque se trata de una tarea a largo plazo desde luego vale la pena.