Guía de jardinería

Mantener la humedad de un bonsái es, como en el resto de las plantas, fundamental para que la planta se mantenga sana. Si queremos saber si hace falta regar nuestro bonsái basta que toquemos la superficie de la tierra de la maceta. Si está húmeda, no hace falta que sigamos insistiendo. Si está seca, hay que regarla. Eso sí, en caso de que la planta tenga un sustrato suelto hay que mover la primera capa de tierra y comprobar cómo está por debajo.

A veces las capas de tierra que están más cerca del aire se secan, pero por debajo siguen húmedas. Y, claro, si agregamos más agua podemos pudrir las raíces. Así pues, si al mover la tierra observamos que la tierra es de color oscuro no hará falta que reguemos. Si queremos hacer esta misma comprobación en macetas de sustrato duro y compacto, lo que debemos hacer es clavar un palo largo (sirve, por ejemplo, un palillo de comer arroz de la cocina china). Si sale seco, la maceta necesita agua; si sale húmedo, podemos esperar. En caso de que estos sistemas no nos convenzan, en el mercado existen medidores de humedad que podemos emplear (son muy sencillos de manejar aunque sus cálculos siempre serán aproximados, nunca cien por cien seguros).

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Se llama pinzado al acto de recortar ramas nuevas en un bonsái -o un pre-bonsái- para redistribuir la fuerza del árbol entre todas las ramas y convertir un crecimiento lineal del ejemplar en uno múltiple.

Que los árboles crezcan en vertical es algo habitual, pues compiten por la luz solar y cuanto más alto se es, más horas permanecerán beneficiándose de la temperatura y la luz del astro rey.

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En ocasiones la tierra que rodea a un bonsái no es vistosa y requiere un apoyo ornamental. Para estos casos se recurre a plantas que cubren el suelo a pie de árbol. Estas plantas se conocen con el nombre genérico de maleza y nos ayudan a crear un paisaje en miniatura en torno a nuestro bonsái.

Las especies más utilizadas para ello son las siguientes:

• Musgo corto: carece de raíces y se fija al suelo a través de unos pelos absorbentes que hacen las funciones de raíces. Se reproduce por esporas por lo que con una pequeña cantidad puedes llegar a cubrir la maceta entera con el paso del tiempo. Para obtenerlo puedes utilizar musgo fresco o seco. Aporta una textura sedosa a la superficie del suelo y limita la evaporación de agua del suelo, manteniendo siempre cierto grado de humedad alrededor del bonsái.
• Sagina: es una mala hierba, de pequeño tamaño y forma estrellada. Hay que controlarla, pues se trata de una especie invasora y corremos el riesgo de que le robe el alimento al árbol o seque el cepellón.

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En la técnica bonsáis, la plantación en roca o plantación rupestre es una de las formas más populares entre los aficionados, pues da la posibilidad de componer paisajes en miniatura. En ella la planta se fija a una roca aprovechando las cavidades que presenta la piedra y sus raíces se desarrollan en la masa pétrea. Las raíces descubiertas se asocian a los bonsáis más antiguos, lo que resulta especialmente reconfortante para quienes dedican horas a esta afición.

Este efecto se consigue despejando la base del tronco de nuestro árbol cada vez que se trasplanta, algo que sucede de manera muy gradual.

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El término japonés Bonsái significa “árbol en maceta”, por lo que resulta una opción ideal para quienes quieren disfrutar de la jardinería y no cuentan con mucho espacio para ello.

Para poder lograrlo debemos seguir unas depuradas técnicas de cultivo que se basan en limitar la cantidad de la tierra en la que vive y en una constante poda que se realiza con mucho cuidado. Esta poda se centra, sobre todo, en su parte aérea aunque también en la reducción del volumen de sus raíces. Eso sí, teniendo en cuenta que el bonsái debe conservar las características del árbol adulto, aunque en tamaño reducido.

La época de plantación y de trasplantes es la primavera, aunque esto varía dependiendo de la zona en la que nos encontremos. Lo ideal es hacerlo antes de que comience el crecimiento de la planta.

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El mundo de los bonsais es sumamente atractivo pero por falta de tiempo o por la sensación de dificultad que parece entrañar, nos resistimos a introducirnos en él. Pero si rompemos la barrera y decidimos ir en serio con los bonsais una buena manera de comenzar es con una especie de árbol que sea fácil de mantener. Un árbol resistente y que no nos exija demasiado cuando aún andamos algo verdes. Pero claro ello no significa que no requiera cuidados, aunque sea de bajo mantenimiento necesita mantenimiento, es un ser vivo y no una reproducción de plástico.

El ficus ginseng es un árbol muy conocido entre los aficionados a este milenario arte. Es fácil de mantener y se puede cultivar tanto en interior como en exterior. Con temperaturas en el exterior por debajo de los 20ºC debemos buscarle refugio en el interior. Aunque puede sobrevivir sin luz solar directa, el ficus ginseng agradece esa luz, sus hojas tendrán mejor color, así que lo colocaremos en un lugar de la casa donde pueda recibir algunas horas de luz solar directa.

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