El nenúfar, lirio de agua, ninfea o por su nombre científico, Nymphaea s.p.p. es una planta acuática conocida y reconocida por su llamativa floración. Originaria de Asia y África ha acabado recalando en estanques de todo el mundo. Es sin lugar a duda, la planta acuática más conocida. Lo que la hace una de las especies ineludibles cuando creamos un estanque, laguna o piscina natural en cualquier jardín. La ninfea necesita unas aguas tranquilas, en su medio natural siempre crece en lugares de aguas casi estancadas, y una buena base donde anclarse. Refiriéndonos una vez más a los nenúfares salvajes debemos recordar que sus raíces pueden alcanzar los 4 y 5 metros de longitud. Está claro que en un estanque va a ser difícil ofrecerle tanto terreno para enraizar por lo que adoptaremos otra estrategia.
Ésta consiste en plantar el nenúfar en una cesta en lugar de hacerlo directamente en el suelo. Preparamos una cesta de entre 30 y 45 cm de diámetro, dependiendo del tamaño de los rizomas de nuestro nenúfar. Disponemos en dicha cesta las raíces del nenúfar de forma diagonal de lado a lado de la cesta. A continuación rellenamos la cesta con tierra arcillosa que ayudará a que el rizoma quede adherido en ella. Después llevamos la cesta con el nenúfar al lugar donde queremos plantarlo, lo sumergimos y cubrimos con una capa de grava para mantenerla sumergida.
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