Los lirios: cuidados y cultivo Artículo Publicado el 20.07.2015 por Javi

El género Lilium al que pertenecen casi un centenar de especies distintas es en el que se encuadran los conocidos y queridos lirios o azucenas. Las tres especies más usadas para cultivo ornamental son L.longiflorum, L. speciosum y L. auratum.

Aunque a la hora de comenzar con el cultivo de los lirios nos quedaremos con dos de las diversas divisiones en que se suelen tipificar los lirios. Nos referimos a los híbridos de tipo oriental y los de tipo asiático.

Los lirios de tipo oriental son los que con más habitualidad podemos encontrar en las floristerías como flores de corte. Son también los que tienen un aroma más intenso. Florecen a mediados de verano y sus tallos florales alcanzan una altura de hasta 180 cm. Son más propensos a sufrir enfermedades.

Los lirios de tipo asiático son más robustos y precisan menos fertilización. Son también un poco más bajos, 160 cm de altura alcanzan sus tallos florales. El color de sus flores suele estar entre los amarillos y naranjas aunque también podemos encontrar algún varietal en rosa y blanco. Sus flores no son tan fragantes como las de los lirios de tipo oriental pero su floración es más larga, comienza a finales de primavera y se alarga hasta el otoño. Además toleran muy bien el calor veraniego.

El lirio es una planta bulbácea que se cultiva mediante la siembra de los bulbos tanto en primavera como en otoño. Las diferentes variedades florecen en distintos tiempos por lo que es conveniente cultivar varias para tener lirios durante más tiempo. Casi todas las variedades florecen durante 2-3 semanas durante cada temporada.

La profundidad de cultivo de los bulbos está entre 10 y 15 cm. La parte aérea de la planta, las hojas y tallos verdes, deben cortarse cuando comienzan a amarillear, no antes pues mientras la planta se mantiene verde está alimentando al bulbo para crear una reserva de energía para la siguiente temporada.

El suelo debe ser suelto, rico en materia orgánica y muy bien drenado. El lirio no tolera el encharcamiento que le puede producir muchos problemas de salud. En cambio necesita una tasa alta de humedad, sobre el 85%.

Los riegos deben ser frecuentes y breves en las tres primeras semanas tras el cultivo. Igualmente en las tres semanas previas al corte de la flor. En general el riego será frecuente y con poca cantidad de agua dependiendo de la tasa de evaporación en cada momento.