Guía de jardinería

Los perales comunes, científicamente conocidos con el nombre de Pyrus communis, son árboles frutales de la familia de las rosáceas. Su origen se localiza en Europa oriental y Asia menor. En estas zonas se viene cultivando desde el año tres mil antes de Cristo y se han encontrado restos arqueológicos que así lo certifican.

Este tipo de peral se conoce también con el nombre de peral europeo. Se trata de un árbol de tamaño medio que puede alcanzar los veinte metros de altura aunque lo habitual es que se quede en torno a los cinco o seis metros. Si las condiciones no le son adversas, el peral común puede llegar a vivir cuatrocientos años.

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Los jardines se proyectan habitualmente centrados en su esplendor de primavera y verano, las épocas en que típicamente estallan las plantas de flor y todo está lleno de vida. Y en cambio se toma el otoño como la estación de la decadencia, el paso previo a ese periodo mortuorio que es el invierno. Pero no tiene que ser así obligatoriamente, incluso en zonas de clima frío, todo dependerá de una correcta planificación pues hay muchas plantas que nos ofrecen su mejor cara justamente en otoño.

Para que nuestro jardín luzca espléndido también en otoño hemos de tener en cuenta una serie de puntos que vamos a repasar:

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El membrillo se obtiene del membrillero, que es una especie de árbol perteneciente a la familia de las rosáceas procedente del Mar Caspio, de las zonas de Turquía e Irán, donde se tiene constancia de su cultivo desde la antigüedad.

Se trata de un árbol de tamaño medio, casi parece un arbusto grande, lo que propicia su siembra en jardines e incluso en macetas. Si queremos sembrar uno debemos tener en cuenta lo siguiente:

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Esta exuberante planta trepadora es originaria del sudeste de los Estados Unidos y su nombre científico es ´Bignonia capreolata’. Se trata de una planta que tolera muy bien distintas condiciones climáticas y edáficas. Así la podemos cultivar en casi cualquier terreno y localización. Si tenemos el jardín cerca de la playa esta trepadora será una gran opción a tener en cuenta pues soporta muy bien la brisa marina cargada de humedad y sal.

Así mismo soporta bien la sequía y las temperaturas bajas de hasta -12ºC, siempre que el terreno no esté muy encharcado. Cuando la plantemos hemos de tener en cuenta que el terreno debe contar con un buen drenaje, la orientación sea soleada y que disponga de suficiente humus. Aunque una disposición con sombra parcial tampoco le irá nada mal especialmente en zonas geográficas de calor intenso y mucho sol.

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En ocasiones la tierra que rodea a un bonsái no es vistosa y requiere un apoyo ornamental. Para estos casos se recurre a plantas que cubren el suelo a pie de árbol. Estas plantas se conocen con el nombre genérico de maleza y nos ayudan a crear un paisaje en miniatura en torno a nuestro bonsái.

Las especies más utilizadas para ello son las siguientes:

• Musgo corto: carece de raíces y se fija al suelo a través de unos pelos absorbentes que hacen las funciones de raíces. Se reproduce por esporas por lo que con una pequeña cantidad puedes llegar a cubrir la maceta entera con el paso del tiempo. Para obtenerlo puedes utilizar musgo fresco o seco. Aporta una textura sedosa a la superficie del suelo y limita la evaporación de agua del suelo, manteniendo siempre cierto grado de humedad alrededor del bonsái.
• Sagina: es una mala hierba, de pequeño tamaño y forma estrellada. Hay que controlarla, pues se trata de una especie invasora y corremos el riesgo de que le robe el alimento al árbol o seque el cepellón.

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El cerezo es un árbol de la familia de las rosáceas, de origen mediterráneo, que producen una fruta muy apreciada para el consumo humano. Se trata de un frutal de gran porte que alcanza los ocho metros de altura. Sus hojas son caducas. Sus flores nacen con la llegada del buen tiempo, en pequeños grupos, son hermafroditas y tienen un olor suave. Su fruto se denomina cereza y aparece en pequeñas cosechan cada dos o tres años. En este sentido hay que decir, además, que las cerezas maduran desde el final de la primavera hasta el inicio del verano.

El momento de la recolección se concentra en unas pocas semanas y solo debe realizarse cuando la cereza adquiere un color rojo brillante. En una misma temporada podemos recoger dos o tres cosechas, dependiendo de la variedad de cerezo y de las condiciones ambientales que le rodeen.

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