Semilleros de lechugas en casa Artículo Publicado el 19.12.2014 por Carolina
La lechuga es una planta que se cultiva sin problemas en los huertos y macetas de nuestros jardines y terrazas. Para obtenerlas podemos comprarlas en viveros con unas semanas de vida o plantar las semillas de aquellas variedades que más nos guste. En este último caso, debemos comprar semillas de calidad que nos permitan obtener buenos ejemplares.
Dependiendo de la época del año en la que nos encontremos, nos convendrán unas especies u otras. Así pues, en invierno es tiempo de plantar la conocida como oreja de mulo, la trocadero o la romana. Durante el buen tiempo es preferible la lechuga del hortelano y otras variedades de hoja larga. Aunque el tiempo de maduración varía de un tipo a otro de lechuga, por lo general debemos esperar entre 3 y 5 meses para poder consumir nuestras propias lechugas.
Antes de comenzar a preparar nuestro semillero de lechugas debemos escoger el recipiente en el que queremos comenzar la germinación de las semillas. En este caso debemos escoger entre hacerlo en maceta o en bandeja. En ambos casos debemos asegurarnos de que la temperatura de la tierra es elevada, por lo que conviene mantenerlas tapadas. Para ello podemos cubrir la maceta con papel film y hacerle unos pequeños agujeros para que las plantas puedas respirar, o escoger aquellas bandejas que a veces compramos con la fruta o la verdura y que tienen una tapa integrada. Además de protegerlas del frío, estaremos evitando exponerlas a la agresión de los pájaros, que encuentran a las plantas tiernas muy suculentas.
Si queremos trabajar como los profesionales, o queremos obtener gran número de plantas, podemos hacer este proceso en un semillero de poliestireno (o poliexpan). Esta material presenta varias ventajas sobre los anteriores: conserva la humedad, mantiene la temperatura y las aísla del exterior.
Los semilleros se rellenan de sustrato universal que rellena toda la superficie del recipiente. Después haremos unos pequeños surcos, que no tengan mucha profundidad (bastan un par de centímetros) y esparciremos las semillas. Tras taparlas con la tierra regaremos y las taparemos para que comiencen su crecimiento. Mantendremos el riego durante todo el tiempo prestando atención a su grado de humedad, pues suelen quedarse secas con cierta frecuencia.
Para facilitar la germinación de las semillas expondremos nuestro semillero al sol. Para ello es conveniente que, en caso de que sea invierno, las mantengamos también cubiertas durante la exposición. Para ello, por ejemplo, podemos fabricarnos un pequeño invernadero con cañas y plásticos.
Pocos días después de la siembra comenzarán a despuntar nuestras primeras plantas. Al principio aparecerán todas apelotonadas y, poco a poco, irán desarrollándose ganando grosor en el tallo y multiplicando su número de hojas.
Cuando hayan alcanzado los 5 centímetros (o cuenten con cuatro hojas) podremos trasplantarlos a unos recipientes individuales o a su lugar definitivo en la tierra. Para ello se seleccionarán los mejores ejemplares, dejando el resto un tiempo más en el semillero para que sigan madurando.
Durante el trasplante hay que tener en cuidado con las raíces pues son muy delicadas y tienden a enrollarse unas con otras, por lo que resulta sencillo hacerles daño.
Una vez que hayamos terminado este proceso, habremos conseguido nuestros propios ejemplares obtenidos con las semillas que hemos seleccionado. Ya solo nos quedará esperar a que maduren y engorden antes de consumir nuestras propias lechugas.
Me parece excelente el artículo me guaria ver la posibilidad de ver alguno relacionado con las enfermedades que pueda tener en todo caso la le huga.