Se trata de un recurso cuyo origen se le debe agradecer al
paisajismo y que puede transformar la capacidad natural de las plantas en herramientas necesarias para el equilibrio térmico. El ícono de esta técnica fue instalado en el 2000: un tejado verde rodea el edificio de la prefectura de Chicago, que por esa causa también comenzó a ser uno de los más famosos de Estados Unidos.
En tiempos que el horizonte aparece dibujado por las grandes edificaciones, en las que el suelo está forrado de cemento concreto y en la que se perciben cada vez más escasas áreas verdes esta sería una muy buena opción junto a los
jardines verticales. Quizá estamos a tiempo de poder cambiar y transformar las edificaciones, si utilizamos y popularizamos los llamados «tejados verdes».
El recurso es muy innovador y está originado de distintas técnicas de
paisajismo, pues de lo que se trata es transformar la capacidad natural de las plantas de absorber gas carbónico y retener calor en una herramienta que trabaja para disminuir la temperatura del ambiente, además de contribuir a la disminución de la polución del aire en los alrededores de la construcción.
Según estudios conducidos por la EPA (Enviromental Protection Agency), órgano del gobierno americano para proteger el medio ambiente, apuntaron que la temperatura media en el verano en un tejado verde puede ser registrada entre los 33 a 48 grados, en tanto que, en un tejado convencional, llega a superar una marca de 76 grados.
La diseminación de los techos verdes puede tornar el uso de aire acondicionado en algo obsoleto, pues la estructura de vegetación que protege un edificio asume el papel de escudo contra el calor del verano tropical y, mejor aún, reduce hasta el 30% la temperatura dentro de una casa. Durante el inverno, la estructura funciona como aislante térmico al impedir que el calor almacenado internamente sea liberado.